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El invierno con su gripe nos ofrece una valiosa
oportunidad de desarrollar no sólo nuestra conciencia
cívica y social, sino además en un nivel superior,
una consciencia de unidad con los demás.
Si padecemos la gripe, podemos decidir contagiar al
menor número de personas posible, no limitándonos a
familiares y amigos, sino extendiendo nuestra acción
a todo el entorno en el que nos movemos en cada momen-
to. Además de evitar las vías directas como el contacto
físico, el cuidado en el estornudo, la tos, flemas y mo-
cos, intercambios varios de fluídos, etc, desde una a-
tención al hecho y a la higiene, podemos emplear una
máscara de papel.
En algunos países asiáticos muchos enfermos y personas
con riesgo o temor al contagio, portan la máscara en la
calle y en los medios de transporte en un ejercicio de
responsabilidad y respeto a la salud y bienestar de los
demás. Es además de un gesto de amor práctico, algo muy
útil en lo relativo a la disminución del impacto epidé-
mico en lo social y un intento alivio de todas las moles-
tias,incomodidades y gasto económico que toda enfermedad
conlleva. Las mascarillas sanitarias son además de bara-
tas, muy fáciles de adquirir, incluso en bazares, y su
empleo, cómodo salvo en algunos casos con gafas.
Tan sólo hay que vencer el miedo al ridículo y asumirnos
públicamente en nuestra gripe, contribuyendo desde la pro-
pia responsabilidad a una didáctica social en la que cada
vez más gente, estoy seguro, se sumaría.
No quiero finalizar este artículo sin recomendaros el recu-
rrir a los remedios naturales para tratar la gripe.