viernes, 9 de abril de 2010

NATUROPATIA PARA UNA CRISIS




La crisis mundial que estamos padeciendo es como una enfermedad en la que solo se atienden los síntomas sin ir más allá, evitando llegar hasta sus causas profundas. El resultado previsible es tal vez una mejoría aparente llegado un momento, y un rebrote de la misma para diversificarse todavía más y entrar en una fase de progresiva cronicidad.
Esta es una crisis global que bajo una muy importante máscara económica afecta a todo el planeta, a sus habitantes humanos, animales y vegetales, al clima y a la propia sustancia material planetaria. Es una crisis de la conciencia,de nuestra conciencia, y en la que al ser todo lo existente una unidad,nuestros defectuosos patrones mentales, emocionales,económicos, sociales y políticos han acabado de saturar todo nuestro entorno existencial y energético.
Si no hay transformación, no puede darse la sanación. Transformación, no medidas quirúrgicas ni paliativas solamente. Una lenta, gradual, permanente, constante, consciente y profunda transformación del individuo que determine un cambio auspicioso y duradero para la comunidad mundial.
Estoy convencido de que nada volverá a ser lo mismo y que si no nos preparamos para las limitaciones de deseos y necesidades que durante tanto tiempo hemos considerado un derecho legítimo sin pensar en los muchos millones de personas que se mueren literalmente de asco, sed o hambre, vamos a sufrir mucho.
Esta crisis, si la queremos comprender en profundidad para encontrar soluciones reales y duraderas, nos emplaza a una tremenda revisión de nuestros valores actuales, actitudes, mecanismos y comportamientos, que son los que crean y mantienen todas las estructuras opresivas e injustas que son la punta del iceberg. Porque nosotros también somos dichas estructuras. Nuestro egoismo, falta de ética y solidaridad, avaricia y búsqueda del lucro a cualquier precio, la falta, tanta falta de amor necesario y compasión, el desprecio práctico de los valores humanos que encarnamos, son los ladrillos de esas estructuras pública y notoriamente culpables.
El apocalipsis de San Juan se ha interpretado frecuentemente como un acontecimiento puntual, devastador y definitivo. Tal vez no sea algo así,sino un cambio de estado de conciencia de la humanidad, no un holocausto terminal y definitivo sino una muerte de lo viejo e inservible para que el nacimiento de una Nueva Era del hombre y su conciencia pueda ser posible.