sábado, 20 de noviembre de 2010

Reflexiones sobre " La que está cayendo "



La crisis global que padecemos tiene unas implica-
ciones en lo cotidiano que van mucho más allá de lo
económico y a cuyos requerimientos podemos y debemos
atender. Solo es necesario el abrir los ojos y la
consciencia a lo que verdaderamente está ocurriendo.

Como en toda crisis personal, y esta crisis global
implica una suma de crisis individuales, hay una afec-
tación de la salud de quien la padece. Debido a la ge-
neralizada falta de autoestima y a la lejanía de la
consciencia de nuestros procesos psicocorporales, la
mayoría de las personas no perciben las alteraciones
que toda crisis genera en la salud de quien la padece.
Es como si el propio concepto de salud se encuadrara
en un marco de batalla, de resistencia hasta el último
momento en el que ya hay una manifestación física, una
alteración de lo orgánico que podía haberse evitado.

Emociones y estados anímicos como la ira, la rabia con-
tenida, el miedo, angustia, incertidumbre, sensación de
impotencia, la tristeza y desesperación, entre otras,pa-
san siempre una factura en su momento. La psicosomática
oriental es muy prolija y precisa respecto a esto. Sólo
nuestra productivista y consumista ceguera nos lleva a
mantener una relación con nuestro organismo y sus juegos
de equilibrio, la salud, tan hostil e ignorante.

Aunque la psicosomática alopática cada vez reconoce más
la influencia de las emociones en la salud, su criterio,
que forma parte de la nebulosa activa y actuante que po-
demos llamar pensamiento dominante, es insuficiente. No
debiéramos esperar a que un órgano, aparato, sistema, etc,
enferme, para adelantarnos a prevenir este efecto. Podemos
mencionar muy por encima como ejemplo, la relación que hay
entre emociones como el miedo y los riñones, la tristeza y
los pulmones, la ira y el hígado-vesícula, la preocupación
y el estómago-bazo,etc. Estas y otras emociones y estados
anímicos, invaden literalmente nuestro complejo sistema or-
gánico-energético-emocional-mental-espiritual, y nosotros
la inmensa mayoría de las veces, permanecemos sentados,
viendo el desolador paisaje en que ya nos hemos convertido,
esperando sólamente a que todo empeore.
¿Tenemos todavía alguna duda sobre lo mucho que nos quere-
mos?.


La Medicina Natural es suficientemente rica en perspecti-
vas y recursos como para podernos dotar de las herramien-
tas preventivas y paliativas que una crisis como ésta re-
quiere.
La dietoterapia, suplementación ortomolecular, homeotera-
pias, fitoterapia, así como diversas técnicas manuales y
psicocorporales entre otras, son alternativas reales para
enfrentar, previendo, los efectos de la crisis en nuestras
vidas.
Toda crisis es un reto evolutivo que afecta de alguna for-
ma a la totalidad de lo que somos. Si todo y todos estamos
relacionados más allá de las apariencias, las partes que nos
componen también lo están, más allá de las apariencias. Tal
vez la cuestión sea precisamente ésta, ver más allá de las a-
pariencias, si no de todo el acontecer, por lo menos de nues-
tra realidad como personas.

Otro aspecto que quiero abordar es el de los comportamientos
en las relaciones humanas en medio de la crisis.
Hace ya un tiempo en el que las relaciones no sólo laborales,
sino que también las familiares y de pareja, están cayendo en
una muy preocupante barrena. La precariedad laboral está faci-
litando un marco de abusos y de desarmonía entre los propios
trabajadores debido a la incertidumbre, miedo y empobrecimien-
to a diferentes niveles lo cual activa comportamientos del tipo
" sálvese quien pueda ". Este tipo de mecanismos, de superviven-
cia en algunos casos y de seudosupervivencia en la mayoría de e-
llos, saca lo peor de la persona, rompiendo límites morales, éti-
cos e incluso físicos. He observado que la expresión corporal y
facial de muchas personas con las que me cruzo en la calle o en
el transporte, se han endurecido notablemente, cuando no portan
una máscara inexpresiva o indiferente más acusada que la de hace
un tiempo.
Es previsible también un aumento exponencial de las conductas a-
sociales y delictivas, que actuarian también como caja de resonan-
cia de esta crisis global, cuyo núcleo, a mi entender, no es econó-
mico sino de valores.
Separaciones y divorcios ponen en evidencia que dos no están bien
juntos cuando cada uno está mal por separado. Y están aumentando
extraordinariamente, con la dificultad añadida de que muchas de és-
tas parejas tienen que seguir conviviendo bajo el mismo techo por
la falta de dinero necesaria para empezar nuevas vidas.

Es claro el reto que se nos plantea. Existe o puede existir la ten-
tación de dejarnos deslizar por la pendiente, desilusionados con la
vida, el mundo o Dios. No hay orden ni coherencia en la vida. El
caos es el Gran Señor. Todo vale. Ande yo caliente y riáse la gente.
Que no se me ponga nadie delante, que me lo llevo.¿ Que robo yo?,los
que roban son los de arriba, esto no es nada. La vida es lucha des-
piadada, nadie te ayuda si no das, y si te descuidas, te quitarán.
Este tipo de programaciones se pueden emplear como coartada para
justificar nuestro ahora sí, verdadero declive. Aquí ya hemos perdido,
hemos fracasado ante nuestra luz verdadera. Los orientales dicen: el
Dharma( La rectitud, lo correcto, el Camino divino ), cuida a quien
lo protege. Es decir, ciñéndonos a la acción correcta más allá de las
circunstancias, tenemos al Universo y a su motor, de nuestro lado.
Es por esto que en tiempo de crisis debiéramos trabajar más con noso-
tros mismos, cultivando nuestro Ser, guiándonos de sus directrices,
cargándonos de la energía que de El emana, y tratando de transmutar
nuestro sufrimiento en Conocimiento. Esto puede parecer música celes-
tial y ciertamente es algo difícil, algo que requiere un trabajo per-
sonal. Hay que dedicarse tiempo, estudiar, reflexionar y practicar. Téc-
nicas como la meditación, los yogas, la relajación profunda, las psico-
terapias, la oración, son, me atrevo a decirlo, imprescindibles en este
momento. Es un apocalipsis, un gradual e implacable cambio global, ace-
lerado y constante, en el que nuestra humanidad y nuestros patrones men-
tales, económicos, sociales, culturales y sobre todo de valores van a
ser inservibles. No concibo hierro fundido cayendo del cielo ni una de-
vastación del planeta. Porque tanto la humanidad como el propio planeta
forman parte y son necesarios dentro del plan cósmico. Pero si, es ya e-
vidente, unas múltiples y continuas líneas de tensión en el acontecer que
tarde o temprano nos obligarán a comprender plenamente de que va este
juego terrible. Cambiar. Cambiar. Cambiar. Podemos facilitar(nos) las co-
sas si como decimos los jóvenes, " nos ponemos las pilas ".

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